viernes, 10 de febrero de 2012

EN TUS MANOS, OH DIOS ME ABANDONO, MODELA ESTA ARCILLA




En tus manos, oh Dios, me abandono,
modela esta arcilla,
como hace con el barro el alfarero.
Dale forma, y después,
si así lo quieres, hazla pedazos.
Manda, dime ¿Que quieres que yo haga?
¿ Que quieres que yo no haga?.

Elogiado y humillado, perseguido,
incomprendido y calumniado,
consolado, dolorido, inútil para todo,
sólo me queda decir a ejemplo de tu madre:
" Hágase en mí según tu Palabra".

Dame el amor por excelencia,
el amor de la cruz; no una cruz heroica
que pudiera satisfacer mi amor propio;
sino aquellas cruces humildes y vulgares
que llevo con repugnancia.
Las que encuentro cada día en la contradicción,
en el olvido, en el fracaso, en los falsos juicios
en la indiferencia, en el menosprecio de los demás,
en el malestar y en la enfermedad,
en las limitaciones intelectuales
en la aridez y en el silencio del corazón.

Solamente entonces Tú sabrás que te amo,
aunque yo mismo no lo sepa,
pero eso bastará.
Fray P. Ignacio Larrañaga

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